lunes, 4 de agosto de 2008

GERARDO CHAVEZ: Museo de Arte Moderno de Trujillo











Un museo en el norte

El artista Gerardo Chávez y el arquitecto Guillermo Morales fueron los autores del Museo de Arte Moderno de Trujillo. Los 650 m² de área construída están rodeados por mil metros cuadrados de obra exterior y 5.000 m² de jardines.

Por Rafaela Maggiolo de Almenara
Fuente: Diario el Comercio.

A tres kilómetros y medio de la ciudad de Trujillo por la carretera Industrial se encuentra el recientemente inaugurado Museo de Arte Moderno de la Fundación Gerardo Chávez. Se hace difícil escribir exclusivamente del nuevo edificio. Y es que junto con el valor del mismo, como obra arquitectónica y escenario museográfico, una casa para el arte moderno en provincia -más aun luego de las complicaciones del proyecto limeño- es algo radicalmente significativo para el panorama cultural peruano. Es ejemplo de generosidad, descentralización, de promoción de las artes y la cultura y sin duda muestra el impacto y la fortaleza que puede tener el sueño de un hombre.
Se trata, sin lugar a dudas, de la culminación de un largo camino. Gerardo Chávez volvió hace un tiempo a Trujillo, su ciudad natal. Si bien algunos consideraron que esta decisión podía arriesgar su carrera artística, para el pintor este regreso y proximidad a su lugar de origen significó la reafirmación de su identidad peruana, norteña, y cómo no, de artista y difusor de las artes. El logro de este proyecto no hace más que confirmarlo.

EL INICIO DEL SUEÑO
Hace 3 años que surgió la idea de construir un Museo de Arte Moderno en Trujillo. El arquitecto Guillermo Morales, cuyo interés por la cultura y específicamente el arte ha sido una constante en su desempeño profesional, participó en la gestación y el desarrollo del proyecto al lado del artista.
¿Dónde y en respuesta a qué criterios se construiría el museo? Este se levantaría en los jardines próximos a la casa del pintor, en las afueras de la ciudad, y albergaría su colección artística, además de algunos préstamos y donaciones.
De las piezas surgió el escenario, el edificio es un contenedor diseñado como respuesta a ellas. De estas nació el sentido que recibiría el espacio, el criterio organizador que moldearía las salas de exhibición.
SOBRE EL INTERIOR
El ingreso íntimo que recibe al visitante fue fruto del reciclaje de una edificación existente. Su escala casi cotidiana ofrece un espacio exclusivo para la muestra de dos de las piezas más importantes del museo: la Venus de Alberto Giacometti ocupa el fondo del pasadizo y la témpera de Paul Klee sugiere el ingreso a las salas de dibujo. Con excepción de esta y de la sala dedicada a la obra de Ángel Chávez, el resto de los espacios de muestra fueron elaborados específicamente para la colección.
Como dijimos en otra oportunidad, la fluidez del recorrido responde a la manera como la dosificación del espacio se rinde ante las piezas exhibidas. La variación de la escala que se percibe a medida que se realiza el recorrido marca un ritmo insistente a lo largo de la visita. La abundancia progresiva del espacio es una inyección de energía mientras que, a la vez, sugiere cierta relación hacia la naturaleza circundante. Amenaza, de cierto modo, abrirse (rendirse) por completo ante ella, desaparecer ante el espacio abierto.
DIÁLOGO CON EL ENTORNO
El artista trujillano no quiso que se talara ni un solo árbol durante la ejecución de la obra. La arquitectura debía acomodarse a las áreas verdes y a las especies que las habitan. "Por eso en ningún momento se tiene una vista total de edificio", explica Guillermo Morales. Este se va descubriendo a medida que se recorre el museo.
El verdor envolvente acompaña el adobe que recubre el volumen. Este es recordatorio y homenaje a las edificaciones del pasado, a las huacas del Sol y de la Luna que reposan, silenciosas, a pocos metros de distancia.
Cifras
La colección del museo cuenta con 76 piezas en total de las cuales 14 son obra de Gerardo Chávez y 13 de su hermano Ángel.
LUZ Y MATERIAL
Desde la penúltima sala, donde predomina el vidrio, se accede a la plazuela compuesta por un trazo concéntrico de ladrillo cocido sobre el cual reposa el minotauro, símbolo del museo. El policarbonato y el vidrio limitan interior y exterior y regulan la entrada de luz. Los ventanales verticales parecen tajos en la volumetría cúbica que componen la sala final. Estos permiten que las luces y sombras se dibujen en muros y suelo como complemento de las obras.

No hay comentarios: